Ah, recuerdo claramente
que era en el negro Diciembre.
Y que cada chispazo de los truenos hacía
danzar en el suelo su espectro.
‘Ardientemente deseaba la aurora; vagamente me proponía extraer de mis libros una distracción para mi tristeza, para mi tristeza para mi Leonor perdida, la rara y radiante joven a quien los ángeles llamaban Leonor, para quien, aquí, nunca más habrá nombre.
‘¡ Vuelve a la tempestad y la ribera plutoniana de la noche! No dejes ni una pluma negra como prenda de la mentira que ha dicho tu alma. ¡ Deja intacta mi soledad! ¡ Aparta tu busto de mi puerta! ¡ Aparta tu pico de mi corazón, aleja tu forma de mi puerta!
El cuervo dijo: Nunca más.